lunes, 11 de mayo de 2009

Criticar por criticar no lleva a ningún lado

El Papa está aquí, en Tierra Santa desde este mediodía. Osea, ni 24 horas en suelo israelí y ya le han llovido críticas de unos y otros. Bravo. Bravo por toda esa gente que se dedica a criticar por criticar, porque os juro que llevo todo el día siguiendo los movimientos del Papa, bien en los medios nacionales e internacionales o bien, yendo a recibirle aquí al lado de donde vivo que es donde ha aterrizado su helicóptero, y el Santo Padre no ha hecho otra cosa que dedicarse a los demás. Yo cada vez que abro un periódico y veo cómo todos están analizando con lupa cada coma y cada punto de los discursos del Papa, para que en el menor descuido le den la vuelta a lo que ha dicho...vamos, qué bajeza y qué ignorancia.
Parece mentira que estando en Tierra Santa, la ironía sea que venga aquí el sucesor de San Pedro lleno de esperanza y deseo de reconciliación y lo reciban así, criticando cada movimiento. Llevo todo el día oyendo a israelíes quejándose de que las calles se han cortado, el tráfico se ha interrumpido...blablabla. Mira, llevo aquí casi un año ya y vamos, os aseguro que cada Shabbat se colapsa todo tanto o más, lo mismo que cada vez que hay que reforzar la seguridad por líederes políticos. Y si por una vez que viene el Papa, que precisamente está evitando involucrarse en política y centrándose en hacer sus discursos basados en defender los valores esenciales de las personas, le van a criticar así, pues es que ya son ganas de tocar las pelotas.
Que si va a ir a visitar el Campo de Refugiados de Aida mañana, y entonces a Israel le parece fatal. O que si no condena públicamente los ataques a Gaza, entonces a los Palestinos les parece una ofensa tremenda.
Lo primero que ha dicho al pisar suelo Israelí ha sido condenar el anti semitismo de forma clarísima y rotunda. Bien, ya ha habido algunos a los que no les ha parecido suficiente y solo sacan la conclusión de que el Papa alemán Nazi por aquí y el Papa por allá.
Lo segundo, tras el discurso que ha dado en Yad Vashem, en el que ha reiterado que no se puede negar el Holocausto, a mí me ha quedado muy clara la intención del Papa, reconciliación con los judíos, a quienes respeta. Ok, pues transcribo aquí unas frases del discurso. "May the names of the victims never perish and may their suffering never be denied, belittled or forgotten". "May all the people of goodwill remain vigilant in rooting out from the heart of man anything that could lead to tragedies such as this". Ha quedado claro, ¿no? Que le parece una atrocidad y que no se puede negar el Holocausto y que no podemos dejar que vuelva a pasar. Bien, pues todavía un rabino estupendo ha declarado que claro, que el Papa no ha mostrado ninguna intención de pedir perdón, me pregunto yo por qué cosa debería pedir perdón, si ya lo hizo Juan Pablo II cuando vino en el 2000 y aún así. Y es que lo voy a copiar aquí (la fuente es el diario nacional haaretz.com) porque es digno de ser leído:

The Chairman of Yad Vashem council, Rabbi Yisrael Meir Lau, expressed disappointment at the pope's speech, saying that "there certainly was no apology expressed here." The German-born pope made a moving speech, he said, but added: "Something was missing. There was no mention of the Germans or the Nazis who participated in the butchery, nor a word of regret." Nor was there an "expression of empathy with the sorrow." Lau also criticized the pope for not specifically saying six million Jews were killed.

Este mismo rabino Yisrael Meir Lau, ha dicho que bueno, que no es lo mismo la palabra "matar" que "asesinar" en referencia al discurso del Papa en Yad Vashem, el Museo del Holocausto. Lo vuelvo a copiar, esta vez de Al-Jazeera:

Rabbi Israel Meir Lau, chairman of Yad Vashem's board of directors and a former chief rabbi of Israel, said he found the speech lacking.There is a clear difference between 'killed' and 'murdered. There is a difference between saying millions in the Holocaust and saying six million. The word six was not said,'' he told Israel TV.

Again, el Papa solamente haciendo esfuerzos por la reconciliación y por intentar construir la Paz con base en lo que tenemos en común las tres religiones monoteístas en Jerusalén y no en lo que nos diferencia, y nada, algunos sectores de la sociedad judía buscándole 5 pies al gato. Que así sí que llegaremos a algún lado, no?

Y bueno, ya el colmo ha sido esta tarde, durante la reunión con los distintos líderes religiosos, cuando el Sheikh Taysir al-Tamimi, líder religioso palestino, interrumpió el duiscurso del Papa para denunciar al Estado de Israel por sus crímenes. Este párrafo está sacado del haaretz.com, de nuevo y son las palabras del Sheikh:

"Israel destroyed our home, exiled our people, built settlements, ruined the Muslim holy sites, and slaughtered women, children and senior citizens in Gaza". Addressing the pope at the end of his six-minute address, he said: "Your Holiness, I call on you in the name of the one God, to condemn these crimes and press the Israeli government to halt its aggression against the Palestinian people."

Vamos, que si se mete en política, horror, se ha metido en política. Y si no lo hace, horror, hay que criticarle porque no está criticando demasiado. Pero es que lo que la gente no entiende es que la única base sobre la que se puede construir una Tierra Santa en paz es sobre la cultura del perdón. Tanto unos como otros. Y el Papa solamente intenta dar ejemplo y explicar esta realidad, que solamente mediante la reconciliación se puede aguardar esperanza de futuro.

Menos mal que mañana es la misa con el Papa en Getsemaní y se esperan alrededor de 5000 personas venidas de todas partes. Muchos desde España, al parecer. Así que será la ocasión perfecta para experimentar y vivir el mensaje del Papa y a toda la Comunidad Cristiana de Tierra Santa apoyándole.

domingo, 10 de mayo de 2009

Military Ceremony





El otro día estuve en una ceremonia militar en la plaza del Muro de las Lamentaciones. La verdad es que acabé yendo de casualidad, una amiga israelí tiene un amigo que está ahora en el ejército y me pidió que la acompañara. Cuando atravesábamos el barrio judío de la Ciudad Antigua, siguiendo la marea de gente ya llegando a la explanada del Muro, recuerdo que pensé que bueno, que me apetecía quedarme a ver la ceremonia pero que fijo que no era para tanto. Que poco sabía lo mucho que me iba a afectar.
En Israel ir al ejército no es una opción, es una obligación. Es una experiencia que forma parte de tu vida sí o sí. En cuanto cumplen los 18 y terminan el colegio, les llaman a filas y nada, a cumplir con su deber. Para los hombres son 3 años de servicio y para las mujeres son 2 años. Aunque luego siguen yendo varias veces al año para refrescar y por supuesto, cada vez que hay guerra, miles de estudiantes universitarios aparcan los libros y sacan el uniforme. Es algo que forma parte de la identidad israelí. De hecho más de una vez he presenciado conversaciones en las que después del ¿cómo te llamas? y ¿de dónde eres? le sigue la pregunta del millón, ¿dónde servías durante tu tiempo en el ejército?
Muy por delante del ¿qué estudias? típico de los paises occidentales, en Israel preguntan por lo que hicieron mientras cumplían el servicio militar.
Cuando por fin entramos en la explanada del Muro de las Lamentaciones, allí no cabía un alfiler. Solemnidad, alegría, orgullo, expectación, juventud, y quizás, ¿miedo? Una mezcla de sentimientos flotaba en el ambiente ya de por sí cargado de emoción. Varias decenas de soldados en formación juran esta noche lealtad a su país y empiezan el servicio militar. Se oyen canciones y gente hablando a gritos al mismo tiempo que una voz de hombre explica por un megáfono cómo va a transcurrir la ceremonia. Comienza el acto y se hace el silencio inmediatamente. Se leen varios textos de la Biblia, algún discurso de un alto mando militar y al fin, el juramento. "Por la justicia,(...) defender mi país (...) sacrificar mi vida". Estas tres frases hacen que se me hiele la sangre. ¿Cuántos de estos chicos sobrevivirán la próxima guerra? No puedo evitar hacerme esta pregunta mientras, subida en una silla, escaneo con la mirada a todos esos soldados llenos de ganas e ilusión por servir a su país, por defender a sus familias. Porque me doy cuenta de que en Israel, cuando juran lealtad y servicio a su país "sacrificando su vida", realmente estamos hablando de eso. Llevan en guerra 61 años, desde su creación, así que la posibilidad de morir durante una Operación Militar es bastante alta. Mientras les veo acercarse uno por uno a recibir su metralleta y su Biblia, recuerdo las palabras del discurso del rabino hace pocos minutos, cuando decía que la historia del pueblo de Israel está ligada a la defensa militar y que los Grandes de la Torá no sólo fueron hombres de Dios sino que también fueron grandes líderes militares. De fondo, salmos cantados, y a mi lado, una madre que no puede contener el llanto me comenta que se siente muy orgullosa de su hijo.

martes, 5 de mayo de 2009

"If I thought this table was mine and someone took it away by force, well, I would still think it's mine"

Atardecer. Se ve el mar desde el "Falafel place" donde estamos cenando. El restaurante está lleno y no porque haya mucha gente sino porque es pequeño y los veintitantos estudiantes de la Uni que estamos allí bastamos para que el lugar esté a rebosar y parezca un día de fiesta. Hace calor, varios árabes sentados fuera dejan de lado sus conversaciones para enterarse de lo que pasa dentro. La estampa es la siguiente: Todas las mesas llenas y en medio, de pie y golpeando una de ellas, un hombre de unos sesenta años, árabe israelí, fuerte y de buena presencia.

"If I thought this table was mine and someone took it from me by force I would still think that the table is mine", nos traduce una compañera palestina. En una frase acaba de resumir una parte del conflicto. Yussuf, que es el padre del dueño del restaurante, vuelve a golpear la mesa y a repetir lo mismo en árabe. Quiere que entendamos. Él es árabe israelí, no palestino, pero siente impotencia ante el hecho de que la creación del Esatado de Israel significó que cientos de pueblos árabes desaparecieron bajo escombros y miles de habitantes se convirtieron en refugiados. Nos dice que es difícil posicionarse a un lado u otro dentro del marco del conflicto. Las cosas no son blancas o negras y muchas veces los detalles de cada experiencia personal son los que marcan la diferencia.
Las ruinas de antiguos pueblos árabes forman parte del paisaje de Israel y es la única prueba material de que esa tierra era suya cuando tuvieron que irse durante la guerra del 48.

Estoy con mi clase en una "field trip", cerca de Haifa. Nuestra profesora quiere que analicemos en primera persona la importancia del paisaje en las memorias colectivas de israelís y palestinos. Durante la guerra de 1948, centenares de poblaciones árabes fueron destruidas completamente y sus habitantes se convirtieron en los primeros refugiados palestinos. Israel ganó la guerra y comenzó su proceso de "Judeización" del nuevo Estado de Israel. Judíos venidos de Europa y supervivientes del Holocausto fueron recolocados, en muchas ocasiones, en antiguos pueblos árabes, en las casas y las tierras que habían pertenecido a esos ahora nuevos refugiados palestinos. Otras veces, sencillamente se plantaron árboles para ocultar cualquier elemento palestino susceptible de convertirse en un símbolo de resistencia al nuevo status quo. Cementerios, campos de batalla, pueblos enteros...sepultados bajo bosques inmensos.

Con el tiempo y los cambios en la situción política y militar, como fue la apertura de fronteras tras la guerra del 67 entre Jordania e Israel, muchos refugiados pudieron aunque sea visitar esos lugares que habían sido su hogar hace no tanto tiempo. Esta práctica se convirtió en una especie de peregrinación para los palestinos, más aún para los que no son ciudadanos israelíes y les es más complicado venir a visitar sus ex-tierras. Pasear, recordar, explicar a sus hijos y nietos, recoger plantas y tierra...todo un ritual. No puede ser de otro modo si lo único que te queda de tu pasado son ruinas. Para reconstruir tu identidad, necesitas un espacio que materialice esa realidad, de ahí el conflicto que existe entre las memorias colectivas de palestinos e israelíes y la gran conexión que esto tiene con el paisaje, con lo que queda de ello, mejor dicho.
Nuestro conductor de autobús le pregunta a Yussuf, por qué no han intentado reconstruir la mezquita de Al-Sarafand, un pueblo árabe que ya no existe porque fue completamente destruido durante la guerra del 48 y que está muy cerca de donde estamos. No nos dejan, responde Yussuf. Cosa que es cierta porque ya lo intentaron desde la organización Muslim Movement en los años 90 y alguien volvió a destruirla y a dejarla en ruinas. Aun así, nos cuenta Yussuf, todos los viernes se reunen varios hombres y rezan allí, en las ruinas de la mezquita.


Se remanga la camisa y nos enseña el número tatuado en el brazo izquierdo

Primero visitamos Kerem HaMaharal, un pequeño pueblecito que antes de la guerra del 48 había sido completamente árabe. Nuestra profesora nos explica que todavía quedan ruinas de la Mezquita, y que algunas de las casas conservan las mismas piedras que una vez alojaron a familias árabes pero que ahora están habitadas por judíos israelíes, gran parte de ellos venidos desde Checoslovaquia. Nos dividimos en grupos y en poco tiempo damos con una casa de aspecto antiguo, llamamos al timbre y bingo! Nos abre la puerta un matrimonio anciano. Nunca he visto tantas ganas de vivir en unos ojos tan mayores.
El marido, Arje, nos hace pasar, nos sentamos en la sala y tras contarle que venimos a escuchar la historia de los primeros judíos que llegaron a este pueblo, nos dice que él lleva en esa casa desde 1950. Suficiente. Acto seguido, se remanga la camisa y nos enseña el número tatuado en el brazo izquierdo. Superviviente de Auschwitz. Se nos hace un nudo en la garganta. Pero Arje y su mujer Lea, empiezan a contarnos cómo llegaron a Israel y cómo sobrevivieron el Holocausto. Arje pasó de campo de concentración en campo de concentración sin ser enviado a la cámara de gas gracias a que sus conocimientos de agricultura y ganadería parecieron ser lo suficientemente importantes para los Nazis como para permitirle a él y a su padre pasar selección tras selección. Y Lea, escondida en Francia, cambió de lugar cada poco porque los Nazis la perseguían. Pero al final, llegaron a Israel. Arje luchó en el 48 y luego se asentó en Kerem HaMaharal con Lea. Que menos que merecerse una vida tranquila después de todos esos horrores.
Pero, ¿qué pasa con las familias árabes exiliadas que vivían en esas casas?Pues que siguen siendo refugiados o que con suerte pudieron rehacer su vida en Israel, en algún otro lugar. Este es el caso de Yussuf, el padre del dueño del restaurante donde vamos a continuación a comer y a que nos cuente su experiencia. Por supuesto que les gustaría poder recuperar y reconstruir lo que fue suyo y que todavía hoy siguen sintiendo como suyo. Pero no es tan fácil. Otra gente, israelíes, viven y trabajan en esas tierras, y está claro que cualquier atisbo de reclamación por parte de palestinos se interpreta como una amenaza.
Los nombres árabes han desaparecido para dar paso a carteles y señales de tráfico que indican las direcciones con los nuevos nombres de los lugares en hebreo. Todo lo necesario para que la otra cara de la misma moneda, los que perdieron la guerra del 48, no cuenten con un espacio donde materializarse. Pero la memoria es importante, muy importante. Y si no hay forma de integrar las dos, la israelí y la palestina, si no pueden compartir un pasado, dificilmente se podrá convivir en el futuro.