sábado, 4 de julio de 2009

La Guerra del Shabbat continúa

Foto tomada de Ynetnews.com/ Haredim durante las manifestaciones en Jerusalén

4 de Julio de 2009

Llego a la ciudad antigua, cando mi bici a la farola de siempre y mientras apago la música de mi MP3 empiezo a escuchar gritos de hombres, "Shabbat, shabbat, shabbat!!!!". Me giro y veo a varias decenas de Haredim (Ultraortodoxos judíos) asomados a la barandilla que hay enfrente de la puerta de Jaffa, una de las siete puertas de la ciudad vieja. Todos miran hacia abajo, de dónde llegan los gritos. Me uno a la multitud y cuál es mi sorpresa cuando veo en la acera de debajo, a la entrada de un Parking, a un grupo de Haredim enfurecidos, a voz en grito y rodeados de policías. Estos últimos formando una cadena contienen al grupo de ultraortodoxos judíos. De repente, vemos como un coche que se acerca para entrar en el parking. En ese momento, los hombres empiezan a gritar todavía más fuerte y a empujar a los policías para intentar golpear el coche que está entrando en el parking.
Entonces comprendo por fin, la guerra del Shabbat continúa. Hace ya casi un mes que el alcalde de Jerusalén decidió dejar abierto un parking público durante las horas del Shabbat, desatando así un caos completo en la ciudad entre Ultraortodoxos y fuerzas de seguridad. Desde que se aprobó esta medida, los encontronazos violentos no han cesado.

"Están dejando abierto un parking en shabbat en medio de la ciudad más religiosa del mundo, y el parking está entre Mea Shearim (barrio ultraortodoxo judío) y la ciudad antigua, donde está el muro de las lamentaciones. Esto no está bien", me explica completamente exasperado un chico también judío religioso que presencia la escena a mi lado. Le pregunto por qué no baja abajo a unirse al resto de Haredim protestando. "No, no. Es peligroso, te puede golpear la policía". Y no le falta razón, la semana pasada los periódicos locales no hablaban de otra cosa, las manifestaciones violentas dejaron varios heridos en los dos lados, tanto policías y periodistas como ultraortodoxos que protestaban.

Otro judío, que contempla lo que ocurre indignado, me explica que los ultraortodoxos quieren hacer una muestra de fuerza y presencia con estas protestas. "No tienen suficiente con la situación normal en Jerusalén, necesitan más acción", dice con sarcasmo.
El tema se ha convertido en un quebradero de cabeza y por supuesto, en portada de los diarios nacionales. En Ynet, diario por internet, lo contaban así:

"Thousands of haredim hit Jerusalem's streets Saturday to violently protest against the decision to open a disputed parking lot on Shabbat. Demonstrators repeatedly attempted to lie down on the main road leading to the Karta parking lot. The Orthodox rioters were directing harsh derogatory terms at security officers, including "Nazis" and "anti-Semites".
Some protestors yelled at police: "We overcame the Nazis, and we shall overcome you too," while others chanted "you will burn in hell; the haredim will stick around."


La situación con los ultraortodoxos en Israel es bastante delicada de por sí. El tema de los parkings operativos en shabbat no hecho más que avivar un conflicto que siempre ha estado ahí. La cuestión religiosa/secular.

Ya volviendo a mi casa por la noche, paso por un barrio ultraortodoxo. Las calles llenas de objetos por el suelo, basura, bolsas en llamas en medio de la carretera y todo el vecindario en la calle, niños, padres y jóvenes. Hay policía en la entrada y en la salida de las calles principales. Me paro un momento y pregunto a un grupo de niñas ultraortodoxas. Son unas doce chicas de entre trece y catorce años, no más. "Manifestación", me dicen al unísono y señalan todos los objetos esparcidos por la carretera.
Pues sí que ha sido un Shabbat movidito otra vez.

Benedicto XVI en Tierra Santa

Mayo 2009


Corto pero intenso. Así definiría el viaje del Papa a Tierra Santa. Hace mucho que tenía este post preparado para subirlo al blog pero hasta hoy no ha sido posible. No importa, la experiencia fue tan apasionante que merece la pena escucharla aunque haya pasado el tiempo.
Como dije, los días previos a la llegada de Benedicto XVI arreciaron las críticas sin fundamento. Pero durante esos 4 días en Jerusalén, Belén y Nazareth, se respiró un aire especial. Tuve la gran suerte de poder estar en las tres celebraciones y solamente puedo decir que el ambiente estuvo cargado de alegría, esperanza y mucha ilusión, sobre todo por parte de los árabes, que no pararon de repetirme lo orgullosos que se sentían de tener al Papa en su tierra.
Ver a israelís, palestinos, europeos, asiáticos, americanos y australianos compartir la misma alegría, unidos en la Fe en Tierra Santa, no tiene precio.

"¿Cómo crees que puede esta visita de Su Santidad cambiar la situación en Palestina?", me preguntaba una periodista durante la misa en frente de Getsemaní, en Jerusalén. Si esperan cambios inmediatos y políticos en 4 días, que sigan esperando, porque el Papa no viene a Tierra Santa con una varita mágica para hacerles a todos firmar un acuerdo de Paz. Benedicto XVI vino como mensajero de paz, Paz con mayúscula, la paz de Dios, la paz interior. Trajo el mensaje de Amor de los cristianos y punto. Los cambios que este mensaje produce van por dentro, llegan al corazón de la gente. Y que queréis que os diga, no puede haber uno sin el otro. Esa esperanza, ese sosiego que transmite el mensaje cristiano es exactamente de lo que me hablaban las familias árabes cristianas que se sentaron a mi lado en la misa de Jerusalén y en la de Nazareth. Escuchar y ver al Papa tan de cerca dirigirse a los cristianos de Tierra Santa, animarles a abrazar la cultura del perdón y asegurarles que reza por todos ellos, es algo que les llenó de alegría. Las familias que tenía alrededor no podían estar más contentas.

A otro nivel, el Papa se reunió con todos los líderes religiosos en Jerusalén, en una conferencia sin precedentes. Vimos los videos que se publicaron después en el que Benedicto XVI sosteniendo a un lado la mano del líder religioso judío y en la otra al líder religioso musulmán sonreía al compás de la canción que dice Shalom, Salam (paz en hebreo y árabe) que empezaron a cantar los demás líderes religiosos de la sala.
Una amiga que trabaja en una organización no gubernamental por la paz, me dijo muy seria que era la primera vez que veía tal cosa. "Llevamos mucho tiempo intentando que esos dos líderes religiosos (judío y musulmán) se reúnan y hablen juntos pero ha sido imposible", me comentaba contenta de ver cómo la presencia del Papa había convertido lo imposible en historia.