sábado, 4 de julio de 2009

Benedicto XVI en Tierra Santa

Mayo 2009


Corto pero intenso. Así definiría el viaje del Papa a Tierra Santa. Hace mucho que tenía este post preparado para subirlo al blog pero hasta hoy no ha sido posible. No importa, la experiencia fue tan apasionante que merece la pena escucharla aunque haya pasado el tiempo.
Como dije, los días previos a la llegada de Benedicto XVI arreciaron las críticas sin fundamento. Pero durante esos 4 días en Jerusalén, Belén y Nazareth, se respiró un aire especial. Tuve la gran suerte de poder estar en las tres celebraciones y solamente puedo decir que el ambiente estuvo cargado de alegría, esperanza y mucha ilusión, sobre todo por parte de los árabes, que no pararon de repetirme lo orgullosos que se sentían de tener al Papa en su tierra.
Ver a israelís, palestinos, europeos, asiáticos, americanos y australianos compartir la misma alegría, unidos en la Fe en Tierra Santa, no tiene precio.

"¿Cómo crees que puede esta visita de Su Santidad cambiar la situación en Palestina?", me preguntaba una periodista durante la misa en frente de Getsemaní, en Jerusalén. Si esperan cambios inmediatos y políticos en 4 días, que sigan esperando, porque el Papa no viene a Tierra Santa con una varita mágica para hacerles a todos firmar un acuerdo de Paz. Benedicto XVI vino como mensajero de paz, Paz con mayúscula, la paz de Dios, la paz interior. Trajo el mensaje de Amor de los cristianos y punto. Los cambios que este mensaje produce van por dentro, llegan al corazón de la gente. Y que queréis que os diga, no puede haber uno sin el otro. Esa esperanza, ese sosiego que transmite el mensaje cristiano es exactamente de lo que me hablaban las familias árabes cristianas que se sentaron a mi lado en la misa de Jerusalén y en la de Nazareth. Escuchar y ver al Papa tan de cerca dirigirse a los cristianos de Tierra Santa, animarles a abrazar la cultura del perdón y asegurarles que reza por todos ellos, es algo que les llenó de alegría. Las familias que tenía alrededor no podían estar más contentas.

A otro nivel, el Papa se reunió con todos los líderes religiosos en Jerusalén, en una conferencia sin precedentes. Vimos los videos que se publicaron después en el que Benedicto XVI sosteniendo a un lado la mano del líder religioso judío y en la otra al líder religioso musulmán sonreía al compás de la canción que dice Shalom, Salam (paz en hebreo y árabe) que empezaron a cantar los demás líderes religiosos de la sala.
Una amiga que trabaja en una organización no gubernamental por la paz, me dijo muy seria que era la primera vez que veía tal cosa. "Llevamos mucho tiempo intentando que esos dos líderes religiosos (judío y musulmán) se reúnan y hablen juntos pero ha sido imposible", me comentaba contenta de ver cómo la presencia del Papa había convertido lo imposible en historia.

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