domingo, 10 de mayo de 2009

Military Ceremony





El otro día estuve en una ceremonia militar en la plaza del Muro de las Lamentaciones. La verdad es que acabé yendo de casualidad, una amiga israelí tiene un amigo que está ahora en el ejército y me pidió que la acompañara. Cuando atravesábamos el barrio judío de la Ciudad Antigua, siguiendo la marea de gente ya llegando a la explanada del Muro, recuerdo que pensé que bueno, que me apetecía quedarme a ver la ceremonia pero que fijo que no era para tanto. Que poco sabía lo mucho que me iba a afectar.
En Israel ir al ejército no es una opción, es una obligación. Es una experiencia que forma parte de tu vida sí o sí. En cuanto cumplen los 18 y terminan el colegio, les llaman a filas y nada, a cumplir con su deber. Para los hombres son 3 años de servicio y para las mujeres son 2 años. Aunque luego siguen yendo varias veces al año para refrescar y por supuesto, cada vez que hay guerra, miles de estudiantes universitarios aparcan los libros y sacan el uniforme. Es algo que forma parte de la identidad israelí. De hecho más de una vez he presenciado conversaciones en las que después del ¿cómo te llamas? y ¿de dónde eres? le sigue la pregunta del millón, ¿dónde servías durante tu tiempo en el ejército?
Muy por delante del ¿qué estudias? típico de los paises occidentales, en Israel preguntan por lo que hicieron mientras cumplían el servicio militar.
Cuando por fin entramos en la explanada del Muro de las Lamentaciones, allí no cabía un alfiler. Solemnidad, alegría, orgullo, expectación, juventud, y quizás, ¿miedo? Una mezcla de sentimientos flotaba en el ambiente ya de por sí cargado de emoción. Varias decenas de soldados en formación juran esta noche lealtad a su país y empiezan el servicio militar. Se oyen canciones y gente hablando a gritos al mismo tiempo que una voz de hombre explica por un megáfono cómo va a transcurrir la ceremonia. Comienza el acto y se hace el silencio inmediatamente. Se leen varios textos de la Biblia, algún discurso de un alto mando militar y al fin, el juramento. "Por la justicia,(...) defender mi país (...) sacrificar mi vida". Estas tres frases hacen que se me hiele la sangre. ¿Cuántos de estos chicos sobrevivirán la próxima guerra? No puedo evitar hacerme esta pregunta mientras, subida en una silla, escaneo con la mirada a todos esos soldados llenos de ganas e ilusión por servir a su país, por defender a sus familias. Porque me doy cuenta de que en Israel, cuando juran lealtad y servicio a su país "sacrificando su vida", realmente estamos hablando de eso. Llevan en guerra 61 años, desde su creación, así que la posibilidad de morir durante una Operación Militar es bastante alta. Mientras les veo acercarse uno por uno a recibir su metralleta y su Biblia, recuerdo las palabras del discurso del rabino hace pocos minutos, cuando decía que la historia del pueblo de Israel está ligada a la defensa militar y que los Grandes de la Torá no sólo fueron hombres de Dios sino que también fueron grandes líderes militares. De fondo, salmos cantados, y a mi lado, una madre que no puede contener el llanto me comenta que se siente muy orgullosa de su hijo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario