domingo, 6 de septiembre de 2009

Eres cristiana? Nos ayudas?

- Perdona, pero he visto que llevas una cruz en el cuello, así que no debes ser judía. Eres cristiana? Nos ayudas?
Mi amiga S. se queda parada delante de la mujer que acuna un bebé en los brazos y le mira sin comprender. La mujer, de pie a la entrada de una casa, vuelve a mirar el pequeño crucifijo y le repite la pregunta. Nos ayudas? S. no habla hebreo, es árabe cristiana, y está perpleja porque no acaba de comprender lo que pasa.
- Sí somos cristianas, necesitáis algo?- le pregunto.
-Sí, ayuda con la electricidad, espera un momento- me dice y se pone a hablar con otra mujer que esperaba a lo alto de la escalera, con otro bebé en los brazos y por lo menos conté 4 niñas pequeñas alrededor.
Le explica que nosotras podemos ayudarle porque no somos judías y parece acceder.
Llevan la cabeza tapada con pashminas anudadas en forma de moño bajo así que son judías religiosas.
Sumo dos y dos. Estamos en Shabbat, así que ellas no pueden hacer mucho más que descansar, leer y pasear. Nada de crear energía, eso incluye encender y apagar cualquier aparato eléctrico, usar el teléfono, ordenador, coche..etc. Me despido de mi amiga, todavía con los ojos como platos y le explico que necesitan ayuda y que ya me quedo yo.
- Estás segura de que no eres judía?- me pregunta la mujer de la calle.
- Sí, soy cristiana así que no se preocupe- le contesto.
Me abre la valla de fuera y me señala las escaleras, arriba me espera la otra mujer. La sigo dentro de la casa. Más niños pequeños correteando. Atravesamos un pasillo tras el que la mujer se para y me señala el panel de electricidad. Entonces comprendo, se les habían saltado los plomos. La casa entera está a oscuras, no puedo evitar pensar en la de tiempo que llevarán así, sin luz. Seguramente toda la tarde.

Normalmente, ya desde el viernes antes de que empiece el shabbat, los religiosos dejan las luces encendidas de la casa para no tener que tocar nada hasta que se acabe el día de descanso. A esta mujer se le había ido la luz y no podía volver a encenderla ni ella ni sus hijos porque violarían una de las normas del Shabbat y eso ni se contempla.

Empiezo a señalar interruptores para ver cuál quiere que suba. Uno tras otro me va negando con la cabeza hasta que doy con el indicado. Asiente con cara de alivio. Lo enciendo y vuelve la luz a la casa. Gracias, me sonríe.

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